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jueves, 30 de enero de 2014
Impredecible.
Él se arrodilla ante mí y frente a todos en el centro comercial, al principio no sabía qué estaba tratando de hacer, pero entonces lo comprendo, saca una caja roja como el carmín de su bolsillo, y siento como mis ojos se abren bruscamente a causa de la impresión. Los curiosos forman un circulo al rededor y cada vez me siento más nerviosa. Me tapo la boca con la palma de mi mano porque estoy a punto de gritar, entonces me lo dice: Kimie..., ¿Quieres ser mi esposa?. Y simplemente no puedo creerlo..., miro sus ojos verdes..., y le digo sí, casi como un susurro porque me ha dejado sin aliento. Y escucho a toda la multitud gritar y aplaudir de alegría. No puedo dejar de sonreír, y que bueno que él sea siempre así, impredecible.
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