viernes, 29 de noviembre de 2013

Casi es imposible de creer, y solo consigo sonreír.

Estoy nervioso, no consigo tranquilizarme, me froto las manos y noto que ya estoy sudando, me seco las palmas en mi chaqueta y trato de componerme. Ella aún no llega, eso me dá más tiempo para organizar mis ideas, pero el hecho de que aún no llegue me pone mucho más nervioso. Estoy esperandola aquí en el Malecón, como quedamos, en la misma banca de siempre, junto a nuestras iniciales marcadas profundamente en la madera, la diviso a lo lejos y miro a los costados, quiero uir, quiero irme. Suena muy estúpido pero..., no quiero que me vea así de nervioso, reuno fuerzas al verla llegar y le pido que se siente, veo que no nota nada fuera de lo normal salvo por mi nerviosismo excesivo, entonces dejo de pensar y lo hago mientras pienso: Es ahora o nunca. Me arrodillo frente a ella y veo como sus ojos se hacen más grandes al entender el por qué estoy en esta posición, sonrie y por ende yo sonrio, y pronuncio las palabras que nunca pensé que diría correctamente: ¿Quieres casarte conmigo?, ella me abrazó, y llorando me dijo que sí, casi es imposible de creer, y solo consigo sonreír.

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