miércoles, 26 de febrero de 2014

Él.

¡Que sonrisa tan blanca! ¡Que piel tan bien bronceada! ¡Que cabello tan lacio! ¡Que nariz tan respingada! ¡Que ojos tan hermosos!-Me dije al verlo. Que personalidad tan acogedora, que sujeto tan tradicional y gracioso. Y me enamoré de él, no de aquellos ojos..., no de aquella sonrisa, no de esa mirada. Sino de eso que lleva por dentro, lo que en sí es él.

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